Expreso mi solidaridad a los alumnos de la maestra Cecilia y sus familiares. Como padre de familia, me uno al dolor, a la pena y a la tristeza que sienten.
Sé que no hay palabras que les puedan traer alivio. Pero quiero decirles, que los mexicanos los acompañamos en esta tragedia tan grande.
Nuestros pensamientos y oraciones están por la salud y recuperación de los menores y su profesora.
Igualmente, lo están con los familiares del joven que falleció.
Lo acontencido hoy, es un suceso que conmueve a todas las familias mexicanas, porque no hay pena más grande que ver sufrir a nuestros hijos.
Son hechos que resultan incomprensibles, que sacuden nuestros corazones y nos obligan a reflexionar.
Y es que, lo que pase en nuestros salones de clase, no sólo es un tema que involucre a directivos y a maestros; es una preocupación de todas y todos nosotros.
Está en nuestras manos, en lo que juntos podemos hacer, el lograr que nuestros hijos se desarrollen plenamente, en un ambiente de tranquilidad y armonía.
Trabajemos unidos, a partir de nuestros valores familiares, para que una tragedia así, no se vuelva a repetir.